A lo largo de mi vida he descubierto varias cosas que me preocupan y al mismo tiempo me encantan en mi.
Entre estas se encuentra un fenómeno en el que pareciera mi mente se adelanta a mis acciones y me enseña una posibilidad de un curso de acción usualmente absurdo.
En estos pequeños "flashes" compartiré con ustedes mis experiencias, muchas veces tan ridículas que rayan en una sátira a la vida misma.
Por lo pronto los dejo con mi locura y la próxima semana continúa la historia
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Estaba un día de pie a un costado de las vías del metro. Veía el correr del transporte público, gente bajaba, gente subía, en fin todo era normal.
De pronto, justo cuando me disponía a abordar las puertas de la infernal máquina se cerraron en mi cara. En este momento mi vestimenta era una gabardina de piel, lente obscuro, camisa y pantalón negros también.
De pie a mi lado se encontraba un usuario más como cualquier otro que me dijo en tono burlón; -parece que se le fue amigo-, lo miré atentamente y le dije -no, no es lo que parece-. Mientras decía aquello extendí mi brazo hacia los vagones de tal forma que al pasar el tubo característico del primer y último vagón este encontraría mi mano abierta sin problemas.
Espere unos segundo, el metro arrancó a toda velocidad; mi brazo extendido hacia los vagones, tomé el tubo exitosamente únicamente para percatarme que mi hazaña había tenido un trágico desenlace. Efectivamente mi brazo permanecía sostenido del tubo en el último vagón, sin embargo mi cuerpo no se movió un ápice de su sitió.
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