Ruedas sobre las vías, un sonido que se ha convertido en algo familiar para mi.
Supongo que muchos tienen el mismo destino, aprenden y se mueven por la ciudad, montados en éstos gusanos de acero y plástico que viajan por los túneles de concreto.
Estoy sentado, observo fuera de la ventana, escucho el tumulto de la gente a mi alrededor. Suspiro, por un segundo el mundo parece alentarse. Observo a mi alrededor y veo el estornudo de aquel hombre con la nariz roja cubriendo su boca con un pañuelo viejo y descolorido víctima del uso y del tiempo. Escucho el llanto de un bebe en sonidos agudos diseñados para llamar la atención de una madre primeriza hundida en la desesperación con la cara entre las manos.
Cierro los ojos para tratar de volver el tiempo a la normalidad, deseo descongelar éste instante que me ha parecido muy largo para una persona cuyo tiempo es muy corto. Abro los ojos y poco a poco las personas se empiezan a mover con más fluidez, el tumulto se vuelve a escuchar en un murmullo de caos muy familiar para mi.
Levanto la vista, la próxima es mi estación, escucho el arrullo de las vías debajo del subterráneo y cierro los ojos en un intento para acelerar el tiempo, olvidarme por un segundo de la ciudad llena de suciedad y caos en la que habito.
Ahora veo a través de la ventana, todo es tonos de sepia, pareciera otra época y otro lugar muy distinto. Hay ruinas todo a mi alrededor, es una ciudad, obscura y derruida. A lo lejos el ruido sordo de armas de fuego y lo que supongo serían bombas.
Adentro del vagón estoy solo y no se mueve, pareciera que el carromato estuviera fuera del tiempo en el que inicié mi viaje. Colgado de los postes un símbolo conocido por muchos y temido por muchos más, la svastica de la Alemania nazi durante el Tercer Reino (o Reich).
Me muevo a través del tren, recorro el pasillo y observo los asientos a mis lados, lucen envejecidos por el tiempo, ya no hay gente, ya no hay nadie más que yo.
Finalmente se detiene, me acerco a la salida, las puertas están cerradas, no puedo abrirlas, puedo oler el denso olor de la pólvora en el ambiente y un característico olor ácido como algo podrido.
Una explosión llega cerca de la puerta, sin embargo no logra dañar en lo absoluto la estructura del vehículo en el que me encuentro, únicamente me deja sentir la vibración de la explosión a través del suelo y estrellar desechos en las ventanas.
Se acerca un pelotón de soldados vestidos con la característica vestimenta de las SS, no parecen notar el vagón situado enmedio del terreno, es extraño, el exterior para mi es completamente real y tangible aunque no tenga acceso a el. Un soldado cae abatido por fuego enemigo y veo su rostro de dolor antes de morir. Dos enemigos se baten en combate cuerpo a cuerpo con bayoneta y daga en mano, la sangre manche el cristal de la puerta por la que estoy observando la acción. Un soldado vuela en pedazos cuando una granada de mano detona a menos de medio metro de el.
Por un momento pienso que debería sorprenderme la violencia, sin embargo sigo estupefacto de mi pequeño viaje al pasado, me siento en el suelo un momento y puedo ver que el vagón se ha empezado a inundar de la sangre de los soldados caídos.
Otra vez cruza mi mente el motivo de mi presencia en tan horrible lugar y no puedo encontrar nada que me pueda ayudar a averiguarlo, "no importa, tengo tiempo" es el pensamiento que cruza por mi cabeza.
Debo levantarme la tibia sustancia roja ha alcanzado mis manos y ahora la siento entrar entre mis dedos, me pongo de pie a duras penas ya que todo se ha vuelto resbaladizo por la sangre, afuera, la batalla ha alcanzado el punto cumbre, llegan los Panzer alemanes, esos tanques de guerra tan masivos que cambiaron las formas de la guerra para siempre.
Las tropas enemigas comienzan a retroceder poco a poco, los alemanes ganan terreno... no logro distinguir el uniforme de los enemigos. Tal vez mi objetivo sea ver solo un lado de la historia, aquél lado que no se escribió en los periódicos, aquel lado que no sale en los libros de texto.
Sigo en la escena, dispuesto a llevarme hasta el último momento en mi mente y después revelarlo al mundo, es entonces que un oficial alemán voltea directamente hacia mi escondrijo. Mira directamente hacia mi, como si pudiera ver mis ojos que creí estaban escondidos del resto del mundo. Golpea la puerta repetidamente balbuceando algo en Alemán que no soy capáz de comprender, sin embargo tras unos instantes me pasa de largo y sigue su camino alrededor del vagón.
Me dirijo rápidamente hacia la ventan opuesta y veo que un pelotón acaba de llegar con prisioneros, Parecieran judíos por las facciones de sus rostros, pero están desnudos en un ambiente completamente invernal, los ancianos tiemblan y caen muertos en lo que pareciera una perfecta sinfonía de crueldad humana. Los soldados tocan a los caídos un par de veces y si contestan los levantan a la fuerza, si no les dan un tiro en la cabeza para asegurar que su existencia ha cesado.
De pronto el tren se mueve, todo se congela nuevamente a mi alrededor y se empieza a desvanecer como si dejáramos atrás a gran velocidad, cierro los ojos un momento y cuando los abro todo ha vuelto a la normalidad. Otra vez escucho el murmullo urbano al que estoy acostumbrado, otra vez veo personas entrando y saliendo del tren. Me percato que todavía falta la misma estación que antes, finalmente llego y desciendo del vagón para dirigirme a mi destino final.
Al caminar me sigo preguntando qué fue todo aquello, y ¿qué propósito tendría después de todo?